¿Global se nace o se hace?

La próxima semana empieza, en República Dominicana, la campaña de publicidad que hemos creado para una marca española que vende allí desde hace años.

El cliente es del norte de España, nosotros hemos ideado la campaña desde Barcelona, el community manager que nos apoyará vive en Santo Domingo, y la persona de la agencia que gestionará la implementación de los medios está basada en Miami. Y a pesar de la diferencia cultural, de la distancia física y de ir 6 horas por delante del Caribe, el proceso está siendo fácil y nada traumático.

Vivimos en un mundo global, con acceso a herramientas que nos permiten comunicarnos con cualquier lugar y compartir casi cualquier cosa (el director creativo de la agencia asistió a la grabación de la cuña de radio de la campaña que os contaba por videollamada, desde su casa en Barcelona, con el locutor dominicano en el estudio de grabación en Santo Domingo. Y todo funcionó tan bien como si hubiesen estado los dos juntos en la sala de audio).

Mentalidad sin fronteras

Hay muchas ventajas en tener una mentalidad sin fronteras. La más importante: que puedes acceder a lo que necesites, esté donde esté. No hay excusas, más allá de que a veces debas pegarte un madrugón para cuadrar una reunión.

Y a pesar de eso, la gran mayoría de clientes sigue limitándose a buscar agencia en su propia ciudad. Y las agencias suelen priorizar la prospección de clientes a su propio país.

Lo entiendo, estamos en una industria de personas (¿qué industria no lo es?) y nos gusta estar cerca, comer juntos, abrazarnos si las cosas salen bien o gritarnos muy de cerca si las cosas se tuercen.

Sin embargo, renunciar a todo el conocimiento que hay más allá de tu código postal no me parece buena idea. Sería como decidir hablar solo con los amigos a los que puedes ver físicamente.

En una época en que las redes sociales nos acercan a personas de cualquier lugar del mundo, parece que las agencias y los clientes no acabamos de entender que las ideas más maravillosas están en cualquier lugar. Y que la originalidad y las propuestas únicas (¿qué briefing no pide ración doble de esto?) nacen cuando enfrentamos formas de pensar distintas.

¿Existe alguna receta para poder trabajar así? Supongo que nacer siendo ya globales ayuda.

Por poner un ejemplo, nuestra agencia, aun siendo pequeña, cuenta con equipo en 5 países distintos, y eso permite que trabajemos en remoto de forma muy natural y que no suponga ningún dolor de cabeza tener clientes de varios países.

Creo que eso se ha convertido en una ventaja competitiva durante la pandemia: mientras muchas empresas perdían el sueño para gestionar el teletrabajo, para los que ya operábamos en remoto desde hace tiempo ha sido business as usual.

Otro factor importante para tener partners en el otro lado del mundo es la confianza. Solemos estar más tranquilos cuando podemos ver y tocar las cosas, y eso se complica a 10,000 km de distancia.

Por eso, ser excelente en tu trabajo y no solo cumplir con los acuerdos, sino ir más allá de lo estipulado y sorprender a tu cliente, es muy recomendable. Es como compensar la distancia con un extra que no te habían pedido pero que te agradecerán. Es una solución win-win que a nosotros nos funciona muy bien.

En cualquier caso, ya sea por convicción o por obligación, el teletrabajo es ahora más la norma que la excepción, y qué importa si la videollamada la haces a Bilbao o a Ciudad de México. Por eso, parece un momento perfecto para que muchas empresas se cuestionen si están trabajando con los mejores o simplemente con los que les quedan más cerca de la oficina.

A ver si es verdad que se sacan cosas buenas de las crisis.
Esta podría ser una de ellas.

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